jueves, 6 de enero de 2011

Razones

¿Razón?
Tengo miles de razones, y sin embargo tú me pedís solo una.
Una pintura, con pequeños destellos nocturnos,
con un ánima deambulante,
merodeante, vigilante incansable,
pero que solamente deja verse a plenitud tras el reflejo de él,
cada vez que el tiempo sea perfecto,
un cuadro en blanco y negro que nos visita a diario en el museo de las alturas.

O quizás aquellas planicies en donde una linea suave separa lo terrenal de lo celestial,
el sonido del viento, la música de su silencio,
un par de pincelazos blancos sobre ese manto celeste,
tan dinámico, y al mismo tiempo tan quieto, sereno, en paz.

De repente ese segundo,
en el que me hiciste comprender que era detener el tiempo,
cuando inadvertida se dibujó tu silueta entre la gente,
y en un instante,
apareciste allí para atar al reloj,
amordazándolo y matandolo a sangre fría, para luego borrarte entre la muchedumbre
y dejarme como espectador anónimo,
despertando de mi delirio pasajero.

Debe ser que simplemente hacés que todo caiga en lugar,
que debido a tu arte todo simplemente esté bien,
sea bien,
que con dos palabras podés desencadenar una historia para dos completa,
una sinfonía de sueños, que inicia y termina en tí.

Definitivamente es ese narcótico que me invade cada vez que te atravesás por mi mente,
sorpresivamente te posás alli y anidando los anhelos,
congestionando cualquier flujo de consciencia, matizando todo de color púrpura,
acelerando la segundera volviéndola una carrera pasiva,
de la cual quisiera no conocer ganador.

¿Querés razones?
Solamente te puedo dar una razón,
y es que mi verdadera razón es simple y llana,
no es profunda ni complicada,
no es grande ni glamorosa,
no es tierna ni romática,
mi razón, si es que existe, es que simplemente no tengo razón.

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