viernes, 30 de septiembre de 2011

Venganza furtiva

En seguida reconocí esa fría mirada. Pupilas dilatadas, expresión opaca y alma de hielo. Era la misma que había estado enfrentando todos los días frente al espejo por los últimos cinco años. Decidida y fría. Directa.

Sin las acciones protocolarias del caso se inició la silenciosa conversación. Cual reunión de ex convictos, se protegía al máximo toda información clasificada, acto totalmente innecesario dado al tácito conocimiento de los acontecimientos ajenos. Dios los hace y ellos se juntan, versa un popular proverbio. 

De una cierta manera, el anonimato mantenido brindaba una superflua protección.  Sonrisa dibujada a medias con ligeros toques de cinismo. Roces furtivos e indirectas a discreción. De ambas partes se buscaba solo eso, una venganza. Mejor dicho, una venganza más. Premeditación, ventaja y alevosía era prevista en ambas partes. No hay nada más descarado que ser presa voluntaria. Si es posible el ser víctimas de a dos, ¿por qué no victimarios en pareja? Se trataba de un juego con información perfecta disfrazada de misterio. Perfecta cuadro para una venganza por partida doble. Mejor dicho, para una venganza más. 

El crimen perfecto no es aquel en el que no se descubre al criminal, sino en el que no se precisa descubrirlo. 

Con profesional actuar es borrada la escena del crimen. Despojos de pintalabios y rasguños son removidos con precisión quirúrgica. Los atuendos impecables. Los testigos mantenidos en el anonimato. La gente no se ha percatado del hecho delictivo. Los autores originales de esta cadena de hechos no son enterados. Todo se ejecuta con total discreción. La venganza se ha consumado de nuevo, ahora por partida doble. 

Sonrisa dibujada a medias con abundantes toques de cinismo.  En ausencia de jurado pesquisidor, una absolución mutua deja a ambas partes en libertad bajo fianza. El cargar con la secretividad de su proceder es el precio estipulado. 

Una despedida silenciosa concluye el móvil nocturno, privando a las partes de segundas audiencias y tan solo dejándolas a la deriva en busca de otra venganza furtiva.



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