lunes, 26 de marzo de 2012

Veinte años

Llegás tarde, veinte años tarde. Fue en esta misma banca que te vi por última vez, hace ya veinte años. Te invité a un café y nos sentamos acá, a platicar de la vida y sus recovecos, de tus ilusiones y mis cuentos, de tus futuros y mis recuerdos. Fue hace viente años ya que vi por última vez tus grandes ojos café, llenos de sueños e inquietudes, con ese destello que se fundía con tu suave voz. Hace veinte años ya que vi mi reflejo en tus pupilas, con mis ganas y mis emociones, con ese silencio que con tu mirada se desvanecía. 

Desde hace viente años que vengo cada tarde a esta banca. En cada atardecer te busco, entre el celaje que se dibuja a la lontananza, entre el cielo y la tierra, entre la gente y el tiempo. Todos los días a las cinco de la tarde me poso acá, en este mismo lugar, esperando a que regresaras. Algunas veces algún caminante furtivo se detenía a hacerme compañía. Me ayudaba a matar los minutos de las horas, y con oídos curiosos me hacía redibujar tu silueta, con tonos pretéritos y pincelazos lentos, como retratándote con el silencio, como invocándote con mis pensamientos. 

Fueron veinte años de espera, cuestionándome a diario el porqué de tu inadvertida partida. Imaginándome mil razones para la ausencia de tu risa y suave perfume, de tu cabello y tus ilusiones. Veinte años de verte venir con la caída del sol, inventándote en mis recuerdos, acariciándote en mis ilusiones, y viéndote partir con los ojos abiertos. 

Han sucedido muchas cosas en todo este tiempo, he aprendido mucho, me he vuelto viejo. He conocido mucha gente y he aprendido de ellos, de sus historias, de sus recuerdos, de sus anécdotas de mejores tiempos. He visto como el recuerdo vive en sus pechos, como viven y mueren por lo que llevan dentro, como reflejan lo que yo mismo siento. 

Hace veinte años que acá mismo te espero, en esta misma banca, en este mismo recuerdo. Llegás tarde, veinte años tarde, y hoy como de costumbre, tampoco apareciste. Tendré que seguir dibujándote en el silencio de mi compañía, entre las cinco y las seis, con una taza de café en esta banca vacía, como siempre lo he hecho desde el día de tu partida, desde aquella vez que vi por ultima vez tu sonrisa, que para mí fue hace veinte años aunque el calendario diga que tan solo fue ayer. 

1 comentario:

  1. Al mejor estilo de Penélope. Bonita nostalgia.
    Saludos desde Colombia Pedro.

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