sábado, 25 de enero de 2014

Cambio III

No es bueno que el hombre esté solo. No sabía lo mucho que esa frase me había marcado hasta ese momento. 

Esa noche, con el frió típico del altiplano, agarré una taza de café de hoya y un poncho, y me quedé despierto hasta como las tres de la mañana. Repasaba en mi cabeza esa sensación de libertad, de tranquilidad, de soledad que me recorrió la espalda al estar en la cima de esa montaña. En efecto, allí descubrí que era sentirse solo. Desde pequeño siempre había estado rodeado de personas, de mi familia, mis hermanos, mis amigos, pero siempre estuve solo. Que ironía que solamente estando a solas descubriera que siempre estuve solo. 

No es bueno que el hombre esté solo.  Quizá es que estando solo uno corre el peligro de enamorarse de la soledad. Quizá no es bueno que el hombre se sienta solo, y para sentirse solo, basta una sociedad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario