domingo, 17 de abril de 2011

Cinco minutos

Aquella era una cálida tarde de primavera, quizas eran al rededor de las tres o cuatro de la tarde. Una suave brisa mitigaba el ya presente calor que indicaba la venida de un verano tempranero. El cielo estaba despejado y mostraba un color celeste profundo, liso y parejo, que daba una sensación de libertad y amplitud. La gente caminaba entre la sombra de los pocos arboles esparcidos meticulosamente entre las flores y arbustos del parque. Otros escapaban de la rutina diaria con sus manteles y cestas de comida, entre juegos de pelota y correterío de perros, y unos cuantos más se perdían del paisaje entre sus hamacas multicolores y libros de cuentos y poesía.

A un costado de los rosales venía caminando una pareja de muchachos, él parecía contemplar cada minúsculo detalle de aquella escena, del cantar de los pájaros, del correteo de las ardillas y del ondular de su cabello con el viento, mientras ella parecía serena e indiferente, como enfocada en su relato e inmersa del todo en la conversación.

Deberían a penas haber llegado a los veintes, siendo ella talves un par de años más joven. La profundidad de su mirada soñadora lograba provocar que cuando ella le hablaba él cayera en un cierto estado de animación suspendida y se perdía en el resplandor de su sonrisa. Ella por su cuenta, no estaba completamente segura de lo que pasaba, no sabía si era que admiraba la pasión con la que él hablaba de todo lo que hacía, o si simplemente era el brillo en sus ojos, como evocando un pasado mutuo del que ninguno se acordaba.

En un descuido momentaneo de ella, él se reclinó rápidamente para cortar una rosa. Eran rosales muy bien cuidados, de medio metro de alto y de color rosado con la orilla roja con un pincelazo blanco en el medio de cada pétalo. Al instante de cortarla, se le congelaron los músculos de la mano y la retrajo como habiendo sentido un impulso eléctrico que le hacía mover la cabeza en modo de negación, y al mismo tiempo, que le hacía bajar la mirada, quizas recordando algo o no queriendo recordarlo.

Un momento antes de terminado este episodio, ella volteaba la mirada hacia él, y con voz dubativa e inocente le pregunta
-¿qué ibas a hacer?-,
después de una breve exhalación y un esbozo de sonrisa conformista, él contestó
-nada.....nada- como repitiendo la palabra para convencerse él mismo de aquella escueta respuesta.
-pero....¿porqué te detuviste?- replicó ella como sabiendo lo que él había intentado hacer,
-igual, decime ¿de qué serviría?- le contestó mientras reaunaba la marcha y la dejaba ligeramente atrás,
-¿porqué dices eso?- insistió ella como haciéndose la desentendida. Él volteó y la vió a los ojos como nunca antes nadie lo había hecho. Ella se sintió paralizada por un instante, había logrado tocar un punto muy resguardado y ahora estaba a la espera de una reacción acumulada, guardada durante varios meses, esperando la menor excusa para ser liberada.
-tu, ya sabés por que lo digo, si es que '¿porqué?' es la pregunta adecuada-.

Ella guardó un silencio sepulcral, como habiendo recibido un golpe certero y haber quedado a la deriva sin arma de contraataque. Una ráfaga de viento rompió el silencio creado entre ambos, mientras unas hojas secas hacían camino entre sus pies.

-Que bueno verte, espero que estes bien y cuidate mucho por favor- le dijo él y se despidió dándole un beso en la mejilla. Ella no logró mas que armar un diminuto -adiós- mientras lo veía alejarse de allí.

Es increíble lo que puede pasar en cinco minutos y en cinco minutos nada más.

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