domingo, 7 de septiembre de 2014

Absoluto

Diez minutos. Por tan solo diez minutos. Dos mundos distintos, tan extraños, tan distantes, tan inmensamente lejanos. Por solo diez minutos. Eramos tan solo el Yin y el Yang, como la noche al día, como la paz y la anarquía. Tan solo diez minutos. 

Como si el ajedrecista supremo nos hubiera colocado como figuras opuestas en la cuadricula blanqui-negra del destino. Así terminamos adyacentes, por diez minutos. Como el ciego hablándole al sordo, como el cielo tocando al infierno, como el fuego abrazando al hielo. Así estuvimos, por diez minutos. 

Por esos azares del camino, por esas bromas de la existencia, por esa explicación vacía, se formó un camino entre las dos caras de la moneda, entre el mar y la tierra, entre lo imposible y lo inevitable, entre lo impensable.

Por diez minutos pude ver ese puente en sus ojos, pude acariciar con la mente sus facciones, pude liberar los cerrojos. Por diez minutos pude contemplar mi tierra en sus pupilas de cielo, mi verano en su mirada de invierno, mi lluvia en su desierto, pude ver mi reflejo. 

Perderme en su mirada, perderse en mis palabras, pudimos abrazar lo absurdo, cantarle a la nada, pudimos tocar el silencio de una mirada. 


Por diez minutos ya nada existía, solo su atención, tan solo su mirada. Por diez minutos tan solo yo existía, por diez minutos ella fue tan solo mía.  

miércoles, 25 de junio de 2014

Corazón

¿Dónde se halla el sentimiento?

¿En el cerebro?
¿Con sus ideas y recovecos,
con sus historias y cuentos,
con sus ilusiones y sueños,
con sus recuerdos?

¿En el pecho?
¿Con su palpitar inesperado,
con sus punzadas intensas?

¿En los huesos?
¿Con sus temblores venideros,
con su debilidad repentina?

¿En el vientre?
¿Con sus mariposas certeras,
con sus golpes de vista,
con sus vacíos nocturnos,
con sus dolores sin pista?

¿Dónde se halla el sentimiento?
¿Dónde está dicho encanto?
La respuesta se encuentra,
solo en la palma de tu mano.

sábado, 7 de junio de 2014

Saudade

Allí estaba yo, atónito ante la noche inclemente, sentado en aquel balcón, tan silencioso, tan austero, tan sólo.

La suave brisa del verano refrescaba la noche, la sentía en mis mejillas, zumbaba en mis oídos, resonaba en mi alma.

Respiro adentro. El ambiente me envuelve, llena mis sentidos. Respiro afuera. El presente me despoja, vacía mis recuerdos.

Vuelvo la cara y me veo, tan lleno de anhelos, tan cargado de deseos, tan solo.

Veo hacia arriba y me encuentro, tan lleno de recuerdos, tan cargado de reproches, tan solo.

Respiro profundo. Ya se acerca la media noche, y la fotografía comienza a desvanecerse. Respiro. Me lleno y me vacío. En el horizonte se apaga la última luz. Tan lejos, tan solo.

Recuerdos viajeros, concisos, pasajeros. Recuerdos fugaces, recuerdos obsoletos. Recuerdos sin sal, recuerdos someros.

Ya las luces de apagan, ya la calle se vacía, ya la memoria falla y se desvanece la fotografía. Ya no se que pintaba, ya no se que quería, tan sólo sé como estaba, tan sólo sé que solo me sentía.

sábado, 3 de mayo de 2014

Desarrollo

¿Qué pasa amigo mío?
¿Que acaso no ves el desarrollo?

Aquel que cubre el cauce del río,
aquel que desnuda los montes,

¿Qué pasa pues amigo mío?
¿Que acaso no ves el desarrollo?

¿Acaso no aprecias el silencioso vacío,
en vez del cantar de los ruiseñores?

¿Que acaso no ves que puedo llamar al vecino,
y tomarle fotos a sus animales,
que puedo ver el video de un zorro andino, 
aquel del que tantos había por estos lares, 
y que puedo jugar a que pesco en un río, 
como lo hacía de pequeño mi padre?

¿Acaso no ves el desarrollo?
¿No ves el progreso de las comunidades?

¿Que no ves que ahora podemos comprar,
y comprar en cómodas mensualidades?

Comprar teléfonos, 
comprar portátiles, 
comprar electrodomésticos para los hogares.

¿Que acaso no ves que podemos comprar celulares?

Si, de esos que anuncian en la televisión, 
para ver anuncios y promociones, 
para comprar televisores más grandes.

¿Acaso no ves el desarrollo?
¿Acaso no ves lo verde que eran los valles?

Yo sí que lo veo amigo mío,
pero a veces creo que ya es muy tarde.

martes, 15 de abril de 2014

Respirar

Recordar la piel,
recordar el instinto fiel,
¿el amor sabe a miel?
quizá,
quizá el dolor sabe a hiel.

Nuevas pinturas,
nuevas vestiduras,
¿tan poco es lo que el amor dura?
quizá,
quizá tan solo es una armadura.

Olvidar el camino,
olvidar el destino,
¿será que el amor ya vino?
quizá,
quizá al final no es nada divino.

Viejas canciones,
viejas ilusiones,
¿el amor es más que emociones?
quizá,
quizá solo hace falta respirar.



sábado, 5 de abril de 2014

Firmamento

En una ventana se busca inspiración,
se busca el aliento,
se busca canción.

En una ventana se haya la compasión,
se haya un lienzo,
se haya emoción.

En una ventana se compra el complemento
se compran recuerdos,
se compra el amor.

En una ventana se venden los firmamentos,
se venden deseos,
se vende el dolor.

La luz que va y que viene sirve de alimento,
nutre las memorias,
de un futuro mejor.

Los versos de adentro caminan ya por el viento,
escapan con letra,
huyen con voz.

Una ventana que viaja hacia el firmamento,
dice que afuera y adentro se puede estar mejor.

La imagen que guardan los sueños se vuelven recuerdos,
de vidas pasadas escritas en una canción.

miércoles, 29 de enero de 2014

El Poeta

El poeta,
se clava en la ensenada,
disfrazando con la cara,
su más profundo sentir,
cabizbajo,
regresa a su morada,
palabras como nada,
y comienza a escribir,

"Sueños,
brotan del corazón,
sueños,
testigos del amor,
sueños,
atrapan mi canción,
sueños,
invaden mi ilusión,
sueños,
soñando solo sueños,
nadie es dueño de ellos,
más que mi propio dolor,
sueños,
soñando sus destellos,
atrapado solo en ellos,
vivo con emoción."

Meditando,
repasa la receta,
avienta la carpeta,
y se hecha a reír,
¿hasta cuándo?
tendrá la valentía,
de que al final un día,
comience a vivir,
alejado,
de tanta fantasía,
de tanta tontería,
y tan solo vivir.



sábado, 25 de enero de 2014

Cambio III

No es bueno que el hombre esté solo. No sabía lo mucho que esa frase me había marcado hasta ese momento. 

Esa noche, con el frió típico del altiplano, agarré una taza de café de hoya y un poncho, y me quedé despierto hasta como las tres de la mañana. Repasaba en mi cabeza esa sensación de libertad, de tranquilidad, de soledad que me recorrió la espalda al estar en la cima de esa montaña. En efecto, allí descubrí que era sentirse solo. Desde pequeño siempre había estado rodeado de personas, de mi familia, mis hermanos, mis amigos, pero siempre estuve solo. Que ironía que solamente estando a solas descubriera que siempre estuve solo. 

No es bueno que el hombre esté solo.  Quizá es que estando solo uno corre el peligro de enamorarse de la soledad. Quizá no es bueno que el hombre se sienta solo, y para sentirse solo, basta una sociedad.

domingo, 19 de enero de 2014

Cambio II

Después de mi primer mes, las cosas se tornaron un poco distintas. Comencé a saber lo que era estar solo.

Poco a poco fui entablando amistad con los lugareños. Eran muy amigables y siempre me llevaban regalos. Me decían doctor, me trataban con mucho cariño y respeto, donde quiera que me veían me saludaban y me invitaban a comer a sus casas. Fueron muy hospitalarios conmigo y me hicieron sentir como en casa.

Tenía solamente un día libre a la semana. Usualmente lo usaba para dormir un poco mas, pasear por el parque, comerme una tostada y platicar con la gente. Nunca me faltaba en donde ir a cenar, ni una que otra invitación para ir a la cantina del pueblo.

En uno de mis tantos días libres decidí salir de la rutina. Me levante temprano, como cuando me tocaba ir a jornadas de vacunación a alguna de las aldeas cercanas (cercanas era siete horas a pie en alguna montaña perdida), y me fui a una de las montañas del lugar. Empaqué agua, unas frutas y un sandwich y emprendí el viaje. Ya para el amanecer estaba a las faldas de la montaña que los lugareños llamaban el cerro del chicote. 

Siempre me ha gustado subir volcanes, hacer caminatas largas y explorar nuevos terrenos. El camino era escabroso, solamente había un pequeño camino que parecía ser usado nada mas por mulas de carga.   A veces pensaba como podían ser capaces los niños de esas aldeas de caminar todo eso cada día para poder ir a la escuela. Sin embargo, muchos niños en la capital hacían un recorrido igualmente largo antes de llegar a sus instituciones educativas, solo que cambiando el aire puro por el aire acondicionado de los buses privados, cambiando el sonido de los pájaros por el ruido de los camiones, y en vez del verde de las montañas tenían el gris del humo y los edificios. Realmente no se quien debería envidiar a quien.

Llegué a la cima como a media mañana. La mejor recompensa de un montañista es el paisaje y el cansancio. Se podía observar toda la región aledaña. Ese día estaba particularmente despejado y era posible incluso ver un par de poblados cercanos. Recuerdo que estuve allí contemplando el paisaje por varias horas. Solo yo y la vista. Y allí descubrí lo que era estar solo.

lunes, 13 de enero de 2014

Cambio I

No es bueno que el hombre esté solo. Eso me decía mi abuelita cuando era pequeño. Cuando crecí, un amigo me contó que no era un dicho popular, sino que estaba en la biblia. No es bueno que el hombre esté solo. 

Nunca entendí aquello. Quizá en algunas noches de mi niñez o durante mi estadía en mi EPS en el altiplano del país me sentí solo, como aislado del mundo, como abstraído de mi realidad. Pero nunca estuve solo. 

La soledad es un estado psicológico, quizá un tanto melancólico, quizá un tanto antisocial, o quizá un tanto romántico. 

Aquellas palabras habían marcado mi vida sin siquiera yo saberlo. No es bueno que el hombre esté solo. Pero ¿qué era no estar solo?  Lo contrario de estar solo tal vez. Pero, ¿solo como cuando mis amigos me dejaron en aquel bar sin dinero para el taxi? ¿O como la vez que mis hermanos se fueron de paseo y yo me quedé en la casa terminando un trabajo del colegio? 

Desde pequeño me acostumbre a vivir entre mucha gente. Soy el tercero de 4 hermanos, así que mi casa siempre estaba llena de ruidos y desorden. Por si eso no fuera poco para mi pobre mamá (lidear con 5 hombres en la casa no es tarea fácil), cada fin de semana se aparecía por la casa algún tío nuevo con sus 3 o 4 hijos. Creo que al menos había un cumpleaños en la familia cada dos semanas.

Así que pensé que soledad era simplemente la ausencia de ese bullicio. La soledad de una biblioteca. La soledad de la playa en invierno. La soledad del parque a media noche. 

Fui creciendo y finalmente entré a medicina. Tradición o negocio familiar, ya no se bien. Y allí también estuve rodeado de mucha gente. Gente parecida a mí. Entramos con los mismos ideales, los mismos sueños, todos esos clichés que salen en las novelas, quiero ayudar a los pobres, quiero sanar a los niños con desnutrición, quiero encontrar la cura al cáncer, quiero ayudar a la gente más necesitada.

Al par de años, tanto la mitad de la gente que había ingresado a la carrera como la mitad de aquellos sueños habían desaparecido. Ya al tercer año, la cosa comenzaba a ser de supervivencia y no de altruismo. Ya no éramos tan sociales como antes, no pasábamos tanto tiempo con la familia, ya no venían a visitar los primos tan a menudo, ya en la casa solo quedábamos mi hermano mayor y yo, los otros dos ya habían hecho su nido en otro lugar. Ya casi no habían cumpleaños familiares, se habían vuelto solamente llamadas de celular, un mensaje de texto de muchos años más, y alguna que otra tarjeta por internet. 

No es bueno que el hombre esté solo. Ya para esta época mi abuelita había muerto, pero sus palabras nunca dejaron de resonar en mí. A pesar de todo, yo siempre buscaba de estar con mis amigos y con mi familia. Buscar a alguien para estudiar juntos, a otro para medio almorzar, a alguien más para ir a supermercado, y alguno que otro para ir al cine. 

Pensé que el estar solo era algún tipo de catalizador psicológico. Es sabido que la falta de interacción social produce esquizofrenia, paranoia y demás enfermedades mentales, así que por allí fue mi manera de comprender esa frase, no es bueno que el hombre esté solo. Quizá esta sabiduría popular era explicada por la ciencia moderna a través de estas enfermedades. 

En mi año de EPS, viajé al altiplano del país a hacer mi práctica médica. Estaba muy emocionado. Finalmente había una oportunidad real de revivir esos sueños con los que entré a la facultad de medicina. 

El primer mes fue emocionante y de descubrimiento. Nunca había estado en esa región del país. Era totalmente diferente a la ciudad en la que había crecido. El aire era más puro, había verde para donde quiera que viera. Y por primera vez en mucho tiempo experimenté lo que era estar en paz.